martes, 14 de diciembre de 2010

Amanecer mojado, atado y frustrado.

Esas lineas sangrientas que adornaban mi pecho eran las marcas que algún látigo me había prestado, en cuanto pueda las devolveré.

La sensacion de querer vomitar mi hígado, la sensacion de querer quitarme la vida con el proximo suspiro avanza en un contador incremental fatal.

Cada vez que el sepia es igual a todos los otros colores de la habitación, también te extraño, pero también siento que está bien que no estés conmigo.

Nunca fui bueno para las cosas del amor, ni romántico, ni cariñoso, ni sensible, ni sincero, ni justo, ni nada; ¿Llegará el arrepentimiento?

Pertenezco a un continente donde nos controlan con látigo, látigo sedientos de orden social, hormonas simulando sapienza, hambre de lujuria y dominación disfrazado de ley.

En mi cama dormiremos algunas noches mas, pero los momentos de paz jamás nos encontrarán por las mañanas.